sábado, abril 14, 2007

FATAL DESEQUILIBRIO

¡CUIDADO, NOS CAEMOS!...

Cuando pienso en el equilibrio viene a mi mente la imagen de un equilibrista cruzando por un fino cable y su difícil ejercicio de igualar los pesos de la pértiga que sujeta con sus manos, la cual le permite avanzar seguro, aunque lentamente. Si en algún momento pierde el ritmo de su paso, la pértiga se balancea amenazando su caída. Si la pértiga bascula más de lo debido puede perder el paso y caer, por lo que necesita realizar grandes esfuerzos para alcanzar de nuevo el equilibrio y seguir adelante. Felizmente los equilibristas suelen conseguir pasar todo el alambre y alcanzar la otra orilla. ¡Pero sucede a veces que algunos caen antes de llegar!...

¿Por qué caen algunos?... Porque lo han hecho mal evidentemente. Pero, ¿en que consiste hacerlo mal?. Básicamente en que han tenido miedo y por tanto han dudado, han desconfiado, y en la duda han perdido el equilibrio más allá de su nivel de recuperación, pues el equilibrio tiene unos márgenes estrechos que si se sobrepasan todo el sistema se descompensa hacia uno de los lados y arrastra al equilibrista que cae irremisiblemente.

De momento, seguiremos haciéndonos más preguntas...

¿Por qué tienen miedo?.. Porque en un momento dado no ven con claridad como dar el siguiente paso, por tanto duda, pierde confianza y seguridad en si mismo y le atrapa el miedo al vacío, y ese vértigo le hace perder el equilibrio y caer. Por eso el camino del equilibrista exige ver las cosas con claridad, sobre todo dentro de si mismo, tener confianza en las propias capacidades y no dejarse hipnotizar por el vértigo al vacío. De todos modos el equilibrismo es un arriesgado y difícil ejercicio.

Adelantando algo las cosas, podemos considerar que el equilibrio está centrado en el interior del equilibrista, ahí reside el punto de apoyo de su palanca de equilibrio...

Según yo lo veo, el mundo es una gran analogía en donde Todo se proyecta en si mismo y por tanto en cada una de sus partes. Por eso el equilibrista me sugiere una significativa analogía con la vida en general. La vida del ser humano concreto y de éste como especie que puebla el planeta, es un complejo y sutil ejercicio de equilibrio entre fuerzas, energías y materiales, que se mantienen entre si gracias a unas relaciones de intercambio, las cuales a su vez contribuyen al mantenimiento de ese delicado equilibrio dinámico. Este equilibrio es el que permite su avance y evolución, como el equilibrista que avanza por su “línea de vida”. Pero si el equilibrio se rompe, la vida se precipita y ya no puede seguir más en la dirección que llevaba.

Los márgenes de equilibrio de la vida son estrechos aunque, ante nuestra escasa perspectiva, pudieran parecernos cuasi ilimitados. Pero los hechos se imponen y todo parece indicar que nos hemos desequilibrado a tal punto que difícilmente podríamos recuperar una nueva posición de equilibrio, más bien parece, según todos los indicativos, que ya nos estamos cayendo...

¿Por qué hemos llegado a este punto tan desequilibrado?. Si seguimos en la analogía del equilibrista deberíamos presuponer que, como especie humana, no hemos tenido una visión clara de las cosas, nos ha faltado perspectiva y sobrado ignorancia, los pasos que vamos dando son cada vez más precipitados y el miedo a la caída nos está invadiendo y no parece que los esfuerzos por reequilibrarnos sean muy fructíferos que digamos. Luego, ¿qué podemos de esperar?....

¿Por qué no hemos visto con claridad nuestra dirección y rectificado los desequilibrios en anteriores momentos más propicios para conseguirlo?. ¿Por qué no hemos hecho los suficientes y necesarios esfuerzos para no caer?. ¿Tenemos acaso capacidad para prevenir estas alteraciones del equilibrio?. En todo caso, ¿tenemos capacidad para corregirlas cuando se producen?. ¿Son debidas a nuestra intervención directa sobre el entorno, son consecuencia de causas ajenas a nosotros, o combinación de múltiples factores?... ¡Estas son las preguntas del millón!...
 


EL DESEQUILIBRIO FATAL

Responder las anteriores preguntas supondría una pretensión inaudita por mi parte, pues carezco de la información y el conocimiento necesario y suficiente para tales respuestas, incluso suponiendo que estuviera en tal alto estrado dudo mucho que aún así fuera posible. No obstante, se nos ha otorgado el don de pensar y por tanto especular, observar en el espejo, de lo que nos rodea, por tener referencias que nos pudieran orientar, asumiendo, eso si, posibles errores de interpretación, que sin duda los habrá.

El ejercicio de pensar es libre para todos, la pretensión de imponerlo, por quien sea y de la forma que sea, es un atentado y un intento de dominio hacia los demás, por determinados intereses de alguien o de algún grupo...

Los medios de comunicación (no se si de información o de manipulación) nos están bombardeando en los últimos años con noticias cada vez más alarmantes sobre el cambio climático a la vez que conjeturan sobre si es debido a la intervención humana o a variaciones naturales en el clima de la tierra, aún desconocidas por la ciencia, más bien, creo yo, para dividir la opinión y no llegar a acuerdos.

El caso es que, de “algún modo”, hacen recaer sobre la población un sentimiento de culpa, que no de responsabilidad colectiva y compartida, sobre la polución desmedida que hacemos los ciudadanos de a pie con nuestro ambiente: coches, desechos, habito de fumar, consumo abusivo de agua y energía eléctrica, etc. Casi nunca se da información suficiente, se legisla eficientemente, se realizan políticas educativas adecuadas o se hacen campañas preventivas en contra de las actividades desmedidas que perturban el medio por las grandes industrias, las petroleras, las multinacionales, los gobiernos... De este modo al ciudadano de a pie, se le viene encima la mierda por todos los sitios, aliñada con el sentimiento de que somos prácticamente nosotros los responsables de tanta inmundicia, por nuestra mala educación, por no hacer caso de los “consejos” que las autoridades nos dan, en definitiva por nuestra falta de control y desobediencia de las normas.

¿Qué pensar ante esta situación actual?, pues hace unos pocos años (¿20 años?) casi nadie decía nada sobre todo esto, los medios comunicativos estaban prácticamente mudos y sordos, solo algunos estrambóticos ecologistas pretendían alterar el orden establecido con sus irresponsables denuncias y manifiestos. No hace falta más que un pequeño ejercicio de memoria para recordar... ¿Por qué ahora y no antes, cuando hubiera sido algo más oportuno empezar a tomar medidas?. ¿No sabían los poseedores de información privilegiada lo que se avecinaba?. ¿Quizás les interesaba callar entonces?. ¿Quizás ahora ya no puedan ocultar lo que es evidente y por eso se hacen campañas de mentalización para que nos vayamos preparando?...

Quiero hacer un ejercicio de recopilación visual de algunos hechos comprobados y evidentes y una posterior reflexión de nuestras actitudes sobre ellos:


Grandes agujeros en al capa de ozono:


Aumento alarmante del efecto invernadero:
 
Grandes sequías y aumento de las zonas desérticas:



Grandes inundaciones, huracanes, gota fría, etc:




Deshielo de las zonas polares y glaciares:


Aumento del nivel del mar y retroceso de las costas:



Funestas variaciones en las corrientes oceánicas termorreguladoras (Efecto del Niño):




Aumento de huracanes, ciclones, tornados, etc.:




Incremento de actividad sísmica, terremotos, volcanes, tsunamis:



Estos son los hechos más destacados que vienen sucediendo en la naturaleza de nuestra tierra y de los que parece no se ha sabido o querido responder adecuadamente en su momento por aquellos poderes fácticos, que debido a su poder, conocimientos e influencias, podrían haber elaborado planes efectivos para remediarlo o al menos paliarlo hace ya tiempo.


A continuación destaco otros hechos de los que si sabemos con certeza que el hombre es directamente responsable, sobre todo “algunos hombres”, y que parece pueden tener, al menos, cierta relación de interdependencia con los anteriores:


- Invención de la bomba atómica y las múltiples explosiones realizadas. Solo los expertos en el tema (científicos, agencias, gobiernos) tienen la posibilidad de saber sus verdaderos efectos sobre nuestra tierra. Los ciudadanos corrientes tenemos pocas posibilidades de saber algo cierto sobre tema tan escabroso, pero que sin duda repercute sobre todos nosotros y nuestra tierra y no precisamente para bien.


- La industria química y petro-química que ha creado y crea ingentes cantidades de moléculas para el consumo (plásticos y derivados) que no están integradas en los ciclos naturales, por tanto al no ser biodegradables tardan mucho tiempo en descomponerse, contaminando así el ambiente.


- La industria petrolífera y sus anejas consumidoras (automóviles, aviones, todo tipo de vehículos y centrales termoelectricas), son elementos altamente contaminantes que arrojan millones de toneladas de CO2 directamente a la atmósfera, aumentando el efecto invernadero. Ahora nos dicen, en algunas informaciones científicas que andan por ahí, que los pedos de los muchos millones de rumiantes que hay en el planeta (¿se han contado los pedos?), descargan enormes emisiones contaminantes de CO2, a parte de ser mal olientes, y para distribuir responsabilidades en eso de los pedos: Por aquí huele mal, ¿quién se habrá peido?...


- Los propelentes químicos y la industria frigorífica ha utilizado hasta hace poco los CFC, que son compuestos derivados de los hidrocarburos (Cloro-Fluorados del Carbono) y que tienen la habilidad química de engullirse literalmente a las moléculas de ozono de esa capa que nos protege de las radiaciones ultravioletas del sol. ¿Habrá por ahí algunas otras voraces moléculas?. ¡De momento a ponerse cremitas y poquito sol!...


- Aumento exponencial del consumo en todos los ordenes y por tanto de sus desechos. Ahí están los escaparates de las pantallas de televisión de todo el mundo llamándonos a consumir durante todo el día y la noche. De hecho nos engañan con las películas y programas diversos que son los reclamos para que veamos los anuncios de consumo. En realidad la programación (para programarnos a nosotros) es de los cada vez más abundantes y sofisticados anuncios. Solo tenemos que mirar los tipos de anuncios y los momentos en que se emiten en relación a los espectadores que se espera que los estén mirando. ¡Todo está estudiado por esos maravillosos gurús del marketing!.


- Comercio de armas, que precisa un amplio mercado de guerras, guerritas y guerrillas y también de terrorismo nacional e internacional, ¿para que?.... Para destruir, aterrorizar, conquistar recursos y explotarlos y desolar tierras y seres humanos. Su objetivo, de hecho, es explotar la tierra, en sentido literal, y aterrorizar. ¡Mejor no hacer más comentarios!....


- Sobreexplotación de los recursos naturales y arrasamiento de bastas zonas forestales de bosque y selva de nuestro ya esquilmado planeta y, claro está, sus consecuencias de destrucción de ecosistemas, especies animales y vegetales. ¡Es un tierno toque de verdor en el ramillete que estamos confeccionando!...


- La industria alimenticia cada día más pujante, con la super-producción de alimentos (solo para los riquillos del primer mundo), que precisa de su control en todos los ordenes y ahora también con el control genético creador de nuevas especies transgénicas que garanticen a sus propietarios los royalties por “derechos de autor”. ¡Vaya platos que nos están preparando!. ¡Que aproveche!...


- Aumento exponencial de la población mundial y movimientos migratorios entre países pobres y ricos, dadas las “buenas condiciones de vida” que hay en el tercer mundo y sus consecuencias desestabilizadoras primero para sus habitantes y luego para todos los demás. Pero esto se soluciona con “políticas tapón” y no con eficaces y reales políticas de redistribución solidaria de los bienes, ¡para eso están las ONG’s!, y ya algunas están aprendiendo deprisa a redistribuir los bienes en sus bolsillos y en el de sus amiguetes...


Esto es un pequeño ramillete con las “flores” más destacadas que hemos sembrado en nuestro jardín terrestre. Yo diría que más bien han sido “algunos”, los que han podido y han tenido los medios para hacerlo, pues los ciudadanos de a pie no tenemos tanto poder ni recursos para crear tan enormes y atroces disparates.


Sin embargo, nuestros pecados son el haberlo consentido en silencio, obedeciendo sus consignas a ciegas, como borregos, salvo algunos “revoltosos”, que siempre los hay, pero que son fáciles de acallar con el tiempo. Por no haber tomado conciencia y responsabilidad por miedo o por ignorancia conveniente. Hemos pecado por omisión, por dejar hacer, a los que hemos decidido, entre todos, que hagan lo que les venga en gana. Por falta de asumir nuestra propia responsabilidad personal frente al mundo y dejarla en manos de “otros”, porque nos interesa suponer que son más aptos y capacitados, pero echemos una mirada a nuestro globo y veremos los ineptos ejemplares que nos dirigen, manipulan y engordan a nuestra cuenta. Pensamos que la democracia y sus huestes políticas son una defensa eficaz y la garantía de una “vida democráticamente feliz”, y nos tragamos, sin darnos cuenta, como esos políticos son manipulados por los poderes fácticos, verdaderamente dictatoriales, que los utilizan como títeres con los que distraernos, mientras ellos hacen y sobre todo deshacen.


Cuando los seres humanos cierran sus ojos y sus oídos, y ponen su vida a disposición de los líderes de turno que les hipnotizan con sus falsas arengas y promesas, permiten que el error y el horror crezcan sin medida ni control, hasta explotar frente a sus asombrados ojos y apestar de hedor delante de sus narices. Ocurrió el horror con el nazismo, el pueblo amedrentado les subió, para que les “solucionaran sus problemas”, y luego taparon sus oídos y cerraron sus ojos y cuando ya estaban arriba, se los comieron a todos. Ahora nos pasará algo parecido con los “señores del poder”. Si no sabemos defendernos de los virus, nos infectarán y posiblemente ya estamos con las defensas bajas y sobreinfectados. Son nuestras aptitudes las que nos hacen también responsables de la mierda que nos han echado y de la que nos seguirán echando...


¿Qué podemos hacer entonces, si siempre estamos esperando que las soluciones nos vengan desde fuera de nosotros?...


Lo único personalmente posible, lo único verdaderamente real es asumir nuestra propia responsabilidad como individuos, obrando en consecuencia según la conciencia nos indique, pero al menos intentar no engañarnos a nosotros mismos pasándoles la “bola” a los otros, para que se encarguen de nuestras soluciones, porque con toda seguridad se encargaran de dar buena cuenta de ello.


Nuestra responsabilidad es como una “patata caliente” la lanzamos al que tenemos mas cerca y ese a su vez a otros y nadie se queda con su propia patata. Los padres culpan a los hijos, estos a los padres; las parejas a sus respectivos, los empleados a sus compañeros o jefes, éstos a sus empleados; los ciudadanos a los políticos, los políticos de un partido a los de otro partido, no al ciudadano por que le da los votos y hay que “mimarlo” (engañarlo). En fin, así hasta llegar a los que están esperando recoger las patatas que les llegan a sus manos en una cadena automática, sin hacer nada y entonces realizan su propio negocio con todas las “papas” de nuestras responsabilidades personales: nos manejan en su conveniencia y exprimen nuestro sudor a cambio de engañarnos y hacernos creer, porque nos interesa, que todo va bien, que ellos se encargan de “solucionar los problemas”. ¡Son los señores del poder!, nosotros se lo hemos otorgado...


Pero tampoco debemos sentirnos culpables de todo, ni atemorizados por tanta responsabilidad ajena, cada uno tiene la que le corresponde y nada más. Abrumarnos con responsabilidades que sobrepasan nuestras capacidades es una estrategia más del poder fáctico para hacernos sentir culpables, debilitarnos, y por tanto manejarnos a su antojo. Fijémonos sino en como se han promovido esos sentimientos constantemente para crear impotencia y luego atenazarnos y controlarnos. Observemos esta técnica parodiada en la ridícula dramatización de esos predicadores que llaman al arrepentimiento de los pecadores por tanta iniquidad cometida.


Precisamos urgentemente obedecer a nuestra propia verdad interior y no las “verdades” que nos predican desde tantos púlpitos, en nombre del único dios y de su religión verdadera (¿cuántas hay verdaderas a la vez?), en nombre de la política, en nombre de la democracia, en nombre del líder de turno, en nombre de la patria, en nombre de la ciencia, en nombre de la moral y las buenas costumbres, en nombre de tantos y tantos dioses que nos hemos ido creando, adorando y sometiéndonos como esclavos impotentes entregados a nuestra inmolación...


Este es un mundo cambiante, donde nada permanece para siempre, como ya nos dijera Heráclito. Cuando queremos vivir exclusivamente en su movediza superficie, cuando creemos que esa superficie es la única realidad posible y disponemos nuestra corta vida en función de ello, vemos como por aquí y por allá las cosas aparecen y luego son engullidas y eso nos produce gran angustia y miedo. Entonces buscamos desesperadamente asideros para sujetarnos donde sea y como sea, y cuando creemos encontrar una “sólida roca” donde apoyarnos descubrimos, con el tiempo, que también es engullida y desaparece como todo lo demás. El mundo de las formas es así, cambiante y efímero, lo que permanece no está en la superficie y nadie de aquí afuera nos lo puede dar ni garantizar y quien así pretenda convencernos solo nos estará engañando una y otra vez más. Lo permanente solo está dentro de nosotros mismos y si no encontramos ese “punto de fijación” en lo interior perderemos el equilibrio y el movimiento externo nos barrerá...


Gritemos en nuestro interior para despertar a nuestro único Dios verdadero, el Dios que siempre va con nosotros, el que nos hará verdaderamente libres en nosotros mismos, sin referencias ajenas. No esperemos nunca que nos den la libertad, la felicidad, la belleza, el amor, esos, que son los verdaderos valores, no se pueden comerciar, no vienen envasados en tarros, nadie es propietario de ellos, nadie nos los puede conceder, son los valores del espíritu y solo de él emanan, por tanto están dentro de nosotros. No busquemos más hacia fuera, no caigamos en la locura de esperar que alguien nos lo vaya a dar o vender. Sumerjámonos en nuestro interior donde pacientemente nos espera nuestro propio espíritu, nuestro Dios verdadero...


Quiero terminar recordando los últimos versos del retrato que hiciera de sí Antonio Machado, mi poeta preferido, mi poeta del alma:



Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.


Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


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Nota al margen: Cuando uno piensa en estas cosas suele quedar un cierto sabor amargo y nuestro animo algo compungido. Tenemos que reconquistar la sonrisa que nos anime y permita respirar más limpio. ¡Sonriamos con nuestras tonterías!...

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